Una noche pasé con una muchacha rubia por la vereda oeste. La arrinconé en un umbral oscuro, la besé con pasión y logré poseerla allí mismo.
Después cruzamos la calle. Y mientras caminábamos por la vereda oriental, le pedí que me olvidara y la abandoné para siempre.
En la cuadra del Ángel Gris hay dos veredas. En una no es posible ser bueno, en la otra no se puede ser malo. Aún no tengo decidido cuál es cuál.
[Los que no saben soñar dicen que nunca me han visto y hasta yo mismo sospecho que en una de ésas, no existo.]
~Alejandro Dolina - Crónicas del Ángel Gris
No hay comentarios:
Publicar un comentario