23 de julio de 2010

Sol

Era un medio día soleado y la hermosa mujer estaba ahí parada, quieta.
El calor la hacía ruborizar y parecía encantadoramente feliz.
De repente, sin el más previo aviso, un hombre asustado apareció y la abrazó; aferrándose a ella como si fuera el último abrazo que daría en su vida.
La mujer no lo detuvo, y acariciando su cabello lo tranquilizó.
En esa imagen quedaron como pintados durante un largo rato, hasta que finalmente el hombre cayó al suelo.
La mujer se agachó a su lado y silenciosamente le besó la frente.
El sol era el único espectador; inmóvil, silencioso...



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