8 de julio de 2009

Lo último que leí anoche..

-Que no oiga Rocamadour -dijo Oliveira riéndose.
-Por suerte Rocamadour no se acordará nunca de vos, todavía no tiene nada detrás de los ojos. Como los pájaros, que comen las migas que uno le tira. Te miran, las comen, se vuela... No queda nada.
-No -dijo Oliveira-. No queda nada.
En el rellano gritaba la del tercer piso, borracha como siempre a esa hora. Oliveira miró vagamente hacia la puerta, pero la Maga lo apretó contra ella, se fue resbalando hasta ceñirle las rodillas, temblando y llorando.
-¿Por qué te afligís así? -dijo Oliveira-. Los ríos metafísicos pasan por cualquier lado, no hay que ir muy lejos a encontrarlos. Mirá, nadie se habrá ahogado con tanto derecho como yo, monona. Te prometo una cosa: acordarme de vos a último momento para que sea todavía más amargo. Un verdadero folletín, con tapa en tres colores.
-No te vayas -murmuró la Maga, apretándole las piernas.
-Una vuelta por ahí, nomás.
-No, no te vayas.
-Dejame. Sabés muy bien que voy a volver, por lo menos esta noche.
-Vamos juntos -dijo la Maga-. Ves, Rocamadour duerme, va a estar tranquilo hasta la hora del biberón. Tenemos dos horas, vamos al café del barrio árabe, ese cafecito triste donde se está tan bien.
Pero Oliveira quería salir solo. Empezó a librar poco a poco las piernas del abrazo de la Maga. Le acariciaba el pelo, le pasó los dedos por el collar, la besó en la nuca, detrás de la oreja, oyéndola llorar con todo el pelo colgándole en la cara. "Chantajes no", pensaba. "Lloremos cara a cara, pero no ese hipo barato que se aprende en el cine." Le levantó la cara, la obligó a mirarlo.
-El canalla soy yo -dijo Oliveira-. Dejame pagar a mí. Llorá por tu hijo, que a lo mejor se muere, pero no malgastes las lágrimas conmigo. Madre mía, desde los tiempos de Zola no se veía una escena semejante. Dejame salir, por favor.
-¿Por qué? -dijo la Maga, sin moverse del suelo, mirándolo como un perro.
-¿Por qué qué?
-¿Por qué?
-Ah, vos querés decir por qué todo esto. Andá a saber, yo creo que ni vos ni yo tenemos demasiado la culpa. No somos adultos, Lucía. Es un mérito pero se paga caro. Los chicos se tiran siempre de los pelos después de haber jugado. Debe ser algo así. Habría que pensarlo.


~ Julio Cortázar - Rayuela


[Fin del capitulo 20. Seguro por esto tuve pesadillas de alejamiento]

1 comentario:

Monik dijo...

Muy largo, paja. Yo leí Un cap. de Harry Potter y el coso de fuego xD